¿La prosperidad en la tierra es buena?
La Biblia nos menciona que los tesoros más grandes no están en la tierra, los tesoros mayores los podemos encontrar solamente en el cielo. Por esa razón es que no debemos de preocuparnos tanto en hacer de nuestra vida terrenal un paraíso para vivir, aunque es evidente que aquellas personas que desean vivir de mejor manera, Dios no lo ve mal, el problema es cuando las ambiciones de las cosas del mundo son prioritarias antes que Dios.
Por esa razón es muy importante que cuando Dios abre las puertas de bendiciones, el hombre siga glorificando su nombre, para que esas bendiciones no sean la causa para que puedas desviar tu mirada de Dios (Marcos 10:21-23).
Pero debemos de analizar la imagen, que por cierto es muy explicativa, si centras todas tus emociones y esfuerzos por querer ganar lo material en la tierra, así también tus provisiones celestiales, que son las más importantes, pueden estar pobres, porque estas provisiones celestiales se ganan sirviendo en el reino de Dios y a tu prójimo.
Dios nos advierte, y nos dice que Él quiere que nosotros seamos prósperos, pero antes nos hace un recordatorio, y nos dice que desea nuestra prosperidad, pero antes “debe de ser prosperada nuestra alma”, que la que finalmente dará cuentas a Dios.
En 3 Juan 1:2, podemos notar la advertencia por parte de Dios para nuestras vidas, nuestra alma necesita de alimentarse bien. Ella necesita primero que nada de la Palabra de Dios. Por esa razón, no hay mejor prosperidad que el crecimiento del alma, Dios quiere que seamos prosperados primeramente en el alma, para que de esa forma podamos obtener mejores resultados en nuestro diario caminar con Él.
Debemos de tomar en cuenta, que obtener un carro lujoso (si tu situación económica te lo permite) no es pecado, tampoco es pecado obtener una casa grande, u obtener aquellos bienes materiales para vivir una vida cómoda. No son malos, el problema viene cuando ponemos esas cosas en primer lugar, antes que a Dios, de esa manera es que comenzamos a poner las cosas materiales en primer lugar, y es de esa manera que comenzamos a desviar nuestra mirada del blanco principal que es Cristo.
Si Dios te bendice, debes de saber administrar esas bendiciones, no hagas como muchos hombres, que tras pedirle bendición a Dios material, y Dios se las concedió, decidieron abandonarle al verse en una situación económica prospera.
Así que es mejor construir palacios en el cielo, obedeciendo su Palabra, compartiendo del evangelio de Cristo a las almas necesitadas, y sobre todo, obtener una comunión más profunda con Dios. Se prosperó, pero no pongas tu mirada en la tierra, has que esa prosperidad sea mayor en tu alma, y en tu caminar con Dios.
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